miércoles, 15 de septiembre de 2010

Creencias

Ultimamente recibos muchos mails que quieren hacerme ver lo maravilloso de una doctrina. No hace mucho, por varios mensajeros diferentes, recibí la consideración de la mujer a través de varios escritos en tiempos diferentes, para concluir con la maravillosa visión de la mujer en el Talmud...

Yo ya soy muy mayor y he llegado a la conclusión de que hay en cada libro escritos suficientes para demostrar la maravilla de todas las religiones y también todo lo contrario.

Porque el Antiguo Testamento nos da un reflejo clarísimo del papel de la mujer. No hay más que leer cómo Sansom, judío de pro, cuando se separa de su mujer, le prende fuego a la casa con ella y toda su familia dentro...Y, si vamos al los Evangelios, nos encontramos que , en las bodas de Caná (según yo estudié en mi infancia), cuando la Virgen María le dijo "No tienen vino", Jesús contestó "Madre, ¿qué nos va a ti y a mi?" Y esa respuesta, ya desde niña, me llenaba de angustia porque me parecía que no podía darse a una madre tan mala contestación.

Entre esas cosas y otras como esas (la maravillosa vida del dios más poderoso transformándose para hacerse con los favores de las damas: toro, cisne, lluvia de oro).

Las maldades y bondades de dioses y diosas me llevaron a creer que los textos están escritos por hombres. Hombres de un tiempo concreto y adaptadas, en lo social y lo científico a un tiempo concreto. Todas buenas en su lado trancendente. Todas malas si se miran con lupa y se analiza la "letra".

Digo yo, por ejemplo (y ármense de sentido del humor que no hay maldad en lo que voy a escribir), si se escribiese hoy lo de " las bodas de Caná", sería más o menos:

"-Jesús, se acabó el vino

-Pero, mamá- por Papá- tantos niños hambrientos como hay por el mundo, tantos drogadictos, tanto anciano abandonado y tu me pides que haga un milagrito de prensa rosa, por favor, no seas Maruja." Y también sería contestar mal, pero tan razonado, parece que se perdona.



Los seres humanos tenemos necesidad de creer en algo. En algo más importante que lo cotidiano, porque tenemos necesidad de trancender.

Teniendo un hijo, escribiendo un libro, plantando un árbol.

Buscando un más allá en doctrinas transformadoras de la sociedad y del mundo (religiosas, sociales o políticas), que nos hagan luchar por ser mejores y más felices.

Cada uno, en su cabecita, con espíritu crítico, sin dejarse convencer por teorías irracionales, por líderes doctrinarios que buscan SU poder y no nuestra mejora en ningún campo.

Respetando a los demás y a la naturaleza

Algo así como creer en la trascendencia y considerando que todo lo demás es tan importante como uno mismo.

El Dios en el que yo creo es tan grande que me permite, incluso, criticarlo.