sábado, 31 de octubre de 2009

Las calabazas










Hoy por la mañana, me han dado calabazas.




Bueno, no exactamente: hoy por la mañana òscar me mandó a leerle poemas a los árboles.




Para ser obedecido siempre, el truco consiste en mandar aquello que los demás desean hacer. Y me fuí a leerles a mis aldeanitos poemas sobre cosas de las que nunca hubieran oído hablar. Me fuí con un librito que me regaló Elvira, una compañera de instituto, de sonetos de Joaquín Sabina. Un poeta urbano podía ser un bombazo para ellos.




Aparte de los manzanos, lo que tengo más cerca son los dos nogales y allá me fuí.




Abro el libro y escucho:




-Eh, tu, Cenicienta (ya sabeis que tengo que limpiar la chimenea francesa) ¿ en qué piensas ir al baile del príncipe?




Entonces me dí cuenta de que las calabazas se recogen en estas fechas... adiós poemas.




Empecé de mala gana.




No era un trabajo nada prometedor : muchas, pequeñas, hay que andar inclinado, otras grandísimas, pesadas, hay que llevarlas al balcón una por una...



Hasta que la descubrí: pequeñita, viva, diferente, hermosa.


Me alegró la mañana.